
María Reina Inmaculada, mira nuestro pobre mundo trastornado y enfermo. Tu conoces nuestras miserias y nuestras debilidades, ten piedad de nosotros. Jesús te ha dado derecho sobre toda la humanidad. Él te ha confiado los tesoros de su gracia; Él quiere concedernos por tu intercesión su perdón y misericordia. Por eso en las horas de angustia nos volvemos hacia Tí que eres nuestra única esperanza. Reconocemos tu reinado universal y queremos tu triunfo. Tenemos necesidad de una madre y de su corazón. Sé la aurora luminosa que disipa nuestras tinieblas y nos muestra el verdadero camino de la vida. Sé la fuente inagotable donde vengamos siempre a beber el valor, la confianza y el amor. Se el lazo que una a todos los hombres y el símbolo de la Paz. se la Madre de los días de grandes pruebas que salva en las horas de peligro.
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